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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Revolución

¿Puede una revolución consistir en vender pescado?

Visto en Clarín por Oscar.

jueves, 17 de febrero de 2011

Por fin, un post sobre tetas

En los últimos días, la agencia recaudadora de impuestos de los Estados Unidos, el IRS, decidió que los artefactos para asistir a las mujeres para amamantar sean tenidos en cuenta como gastos médicos y, por lo tanto, sean deducibles de impuestos. Esto incluye, por ejemplo, las bombas y botellas que permiten a la madre que ya ha vuelto al trabajo, almacenar la leche para dársela al bebe al volver al hogar.

Jack Byrnes podría aprovechar el nuevo beneficio

Esto es importante porque se sabe que el regreso al trabajo es una de las principales causas por las que las madres dejan de amamantar, un hábito que beneficia tanto a la madre como al bebé.

Sin embargo, hay un problema. Los bebés no se limitan a tres comidas por día ni saben esperar a llegar a casa. Estoy crea la cuestión sobre amamantar en público. En muchas sociedades, esto ni siquiera es una cuestión. En Argentina es habitual ver madres amamantando en lugares públicos y hasta Wendy Sulca le dedicó una canción. Hasta en Arabia Saudita, donde las mujeres deben llevar un velo sobre el rostro, las madres le dan la teta al bebé en público sin escándalo alguno. Sin caer en la falacia de que "es algo natural" (cagar es natural y no lo hacemos en público), no sólo están los mencionados beneficios a la salud sino también que prefiero una mujer amamantando a un bebé llorando.

Gran escena de una gran película (versión EE.UU. por supuesto).

Pero en Estados Unidos las cosas no son tan fáciles. A pesar de que la ley lo permite expresamente en casi todos lados, amamantar en público no está bien visto por mucha gente. Este es uno de tantas normas sociales puritanas ridículas que la ¿minoría? conservadora se arregla para mantener. Es así que es muy difícil ver una teta, salvo que sea la de tu novia o la de alguna chica con baja autoestima. Ni siquiera en anuncios sobre la prevención o lucha contra el cáncer de mama, que en Argentina habitualmente exhiben pechos. Tomen este último que ni siquiera muestra la teta entera: ese anuncio seguramente no se exhibiría aquí. Y olvidate de ese avistamiento preadolescente furtivo de las tetas en los kioscos de revistas. No señor, cómo la gente va a ver una teta, qué horror. Hace algunos días, Fergie fue la primera mujer que actuó en el show de medio tiempo del Super Bowl desde Janet Jackson y su teta. Se rumorea que desde ese suceso (no me animo a llamarle accidente), existió una reticencia de la organización a poner una mujer en el escenario. Recordemos también aquella controversia luego de que Facebook borrara la foto de una madre amamantando. Y por último llego al hecho que inspiró el post: una mujer fue invitada a retirarse de un mall en Ohio por quejas de quienes la vieron amamantar el público. Escandaloso.

La Voluntad Tarada apoya incondicionalmente a todas las madres que quieren dar la teta en paz.

martes, 25 de enero de 2011

Debate abierto sobre el uso del ascensor

Durante los últimos días se ha desatado un encarnizado debate con algunos compañeros de trabajo (bueno, digamos amigos para que no se ofendan) sobre el uso del ascensor que quiero trasladar al blog en este post.

Primero un poco de contexto: trabajamos en un edificio de doce pisos que tiene una cafetería en el séptimo. Yo trabajo en el décimo. A la vuelta de la esquina de donde están los seis ascensores, hay dos escaleras que pueden utilizarse.

La discusión gira en torno a nuestra valoración sobre la gente que baja o sube un solo piso en el ascensor mientras hay otros individuos a bordo del mismo. La mayoría creemos que está mal, pero nunca falta un contra que decide jugar al abogado del diablo. Pero bueno, si no fuera por él, no estaríamos acá.

Déjenme relatar dos situaciones: hoy tuve que bajar a la librería que está ubicada en la planta baja. Frente a las puertas de los ascensores, había un señor haciendo un llamado en su celular. Cuando el ascensor llega, el muchacho sube conmigo y marca el noveno. Un instante más tarde, se acuerda de algo, dice "ahhh" y se baja. Hizo que se volviera a abrir la puerta y me tuve que comer la parada en el 9. Me contuve lo suficiente como para que mi única reacción fuera decir "¿me estás cargando?". Probablemente (y afortunadamente, supongo) no me haya escuchado.

La segunda situación me ha ocurrido más de una vez. Llegando a trabajar, habitualmente algunos minutos después de las 9, tomo el ascensor al décimo piso. Más allá del resto de la gente que se baja donde está su oficina, el ascensor hace una imprevista parada en el sexto donde alguien que, es cierto, ha llegado más temprano que yo al trabajo, va al séptimo piso a buscar un espumoso capuccino que le ayude a comenzar el día. Sin embargo, son otros los pensamientos de quienes tenemos que hacer las paradas extra porque estamos yendo más arriba.

Este tipo de situaciones se repiten todos los días y nos han ocurrido a todos los que participamos de la discusión. Así, el lector avezado ya se imagina cuál es la pregunta: ¿está bien que personas que no tienen ningún tipo de lesión o dificultad motriz utilicen el ascensor por un solo piso cuando está más que a mano una escalera de no más de diez o doce escalones por piso?


Mi opinión es que no. Por un miserable piso, no seas vago, no jodas a los que lo necesitan más y usá la escalera. Ahora que lo leo en texto, parece más duro de lo que realmente es, pero así es la vida.

El principal argumento en contra es que la gente que necesita desplazarse un solo piso tiene el mismo derecho que el que necesita desplazarse diez. Tal vez sea cierto, aunque la necesidad no es la misma. Por otra parte, se trata de una cuestión de respeto y normas sociales, de consenso. Y, la verdad, todas nuestras normas y leyes son un consenso, desde la misma propiedad privada. Robar y matar están mal porque, de una manera u otra, nos ponemos de acuerdo en que está mal.

Otro argumento es que, para el que va al piso 10, una parada en el piso 2 o en el 9 representan la misma espera. Es cierto, pero con el que va al 9 hay un sentimiento de empatía: necesita el ascensor tanto como yo que voy al 9. Por supuesto, alguno podrá decir que si 9 pisos está bien y 1 está mal, dónde está la línea. Eso es un problema pero no vuelve menos claro que un extremo es aceptable y el otro no tanto.


Por otra parte, establecer una prohibición es demasiado costoso y bastante antipático. Este artículo propone un mecanismo explícito de escarnio público. Interesante, pero con el defecto fatal de que de todas formas genera una espera al resto de la gente en el ascensor.

La cuestión tiene muchos matices en los que no quiero entrar para no hacer el post interminable. Creo que la pregunta quedó planteada lo suficientemente bien y, aunque ya tuve varias respuestas, espero tener más.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Slacktivism vs Awareness

En los últimos tiempos se han puesto de moda las campañas de concientización sobre diferentes problemas.

En octubre estábamos todos de rosa por la lucha contra el cáncer de mama. Hasta la Casa Blanca se iluminó de rosa, mientras en Argentina el cáncer en la Casa Rosada lo tenemos todo el año.

En noviembre llegó Movember: todos los hombres a dejarse el bigote para concientizar sobre el cáncer de próstata y hasta surgió aquello de tener sexo con un hombre con bigote.

Hace un par de semanas, la gente empezó a poner dibujos animados de su infancia como foto de perfil de Facebook. Resulta que era una campaña de concientización sobre abuso infantil.

Finalmente, hace una semana fue el día mundial de la lucha contra el SIDA y abundaron los lazos rojos.

La pregunta es si todo esto sirve para algo. ¿Existe realmente concientización? ¿O es solamente algo que les gusta a los privilegiados? ¿Una concientización que ayude en algo a resolver el problema? ¿O es una fachada para que la gente se sienta bien consigo misma y se crea que está haciendo algo bueno? Esto último es lo que se llama slacktivism: me aflijen los problemas del mundo pero relamente no tengo ganas de hacer algo; entonces, con un click del mouse tranquilizo mi conciencia y doy la impresión de estar haciendo algo. Pero todavía hay algo más perverso y es el pensamiento de "me puse la cintita rosa, ya hice mi parte", lo cual significa que el tiro puede salir por la culata.

Se me viene a la mente un pasaje de El Túnel en el que Sábato reflexiona sobre dar limosna y concluye que la moneda que la persona arroja al pasar no es más que el precio de la tranquilidad de conciencia del transeúnte.

Con aquello de los dibujos animados, creo que mucha gente aprovechó para tener un momento de nostalgia y ni se enteró de qué se trataba la cosa. Por otra parte, una ola de campañas una atrás de la otra seguramente afectará de alguna forma su efectividad. Seguramente algunas campañas sean mejores que otras y seguramente haya un poco de las dos cosas. Los resultados no son fáciles de medir y la pregunta difícilmente tenga una respuesta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Tomátelo con café...

Generalmente, el subsuelo del Starbucks de Callao y Viamonte es un lugar agradable para trabajar, con espacio en las mesas, sin música ambiental, tal vez le falte mejorar un poco la iluminación. Mientras me acomodaba en la mesa, me preguntaba por qué Fibertel me hace volver a conectarme al wi-fi cada cinco minutos y me redirige a su página antes de poder visitar algún otro sitio. Qué hinchapelotas.
Pero como no necesitaba trabajar con internet, dejé esto de lado y me puse a pensar la relación entre los modelos de equilibrio general dinámico estocástico y la eficiencia marginal del capital mientras disfrutaba mi caramel machiatto con leche descremada.
La gente iba y venía y un señor solcitó bajar el aire acondicionado, gracias. Y sí, hasta la temperatura es agradable en este recinto. Para mayor comodidad, una de las empleadas pasa por las mesas retirando los vasos vacíos, servilletas y demás residuos para poder aprovechar el espacio y trabajar más cómodos. Gracias a vos.
Me sentía tan cómodo que pensé que estaba soñando, sensación que se reforzó cuando escuché la alarma de un despertador. ¿Un despertador en Starbucks? Sí, un grupo de jóvenes profesionales de la industria cinematográfica no tenían mejor idea que hacer sonar un despertador en intervalos de unos pocos minutos. En fin, a veces es mejor evitar el enfrentamiento y concentrarse en lo propio, además al resto de la gente parecía no molestarle tanto como a mí, no debía ser para tanto.
Hace años que estudio en bares y cafés y, a pesar de la evidencia, no me suelen distraer las conversaciones ajenas, al menos no tanto como la proximidad a la tele y la play en casa. Pero cuando la boluda que se sienta al lado discute con su amiga el estado de su aparato reproductor y los diferentes métodos anticonceptivos que probó o va a probar, la cosa se complica. Qué sé yo, por lo menos es más interesante escuchar sobre la concha de esta mina que sobre la histeria de la amiga porque un flaco la deliró en facebook. Ah, la del quiste en el ovario fue a ver "Alicia..." de Tim Burton y no le gustó. Debe ser que no la vio en 3D... o que la película realmente es mala... o que es una estúpida.
No, no seamos tan duros, estupidez es sacarse autofotos con flash adentro de un café lleno de gente, como el tarado de la mesa de la esquina. Ojalá se te atragante el frapuccino.