"Existen en el hombre o en su alma, quizás en el fondo de sus ojos, sentidos con un tal poder de discernimiento, que frente a ellos la lógica corriente, la psicología de laboratorio, es tan primitiva y grosera como el juego de un principiante de quinta categoría de ajedrez comparado con el efectuado en el tablero por un Alekine o un Tartakower". Roberto Arlt, "El Amor Brujo"
Esta foto la saqué el fin de semana pasado en el metro (o subte, como más les guste) de Washington DC.
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La mujer que está sentada delante mío tiene en su gorra un pin que pertenece a una ONG cuyo objetivo es que no haya niños hambrientos en Estados Unidos. El pin está puesto en una gorra de Shake Shack, un lugar donde los niños algo más afortunados van a volverse obesos y diabéticos. Las dos caras de una misma moneda.
El hecho que paso a relatar ocurrió hace casi un mes pero recién me digno a publicarlo ahora. Así es la vida. Resulta que una noche de lunes salí a cenar a un restaurant a pocas cuadras de casa. El local en cuestión estaba en la planta baja de un edificio de oficinas. Mientras estábamos pidiendo lo que queríamos comer, la alarma de incendio interrumpió nuestra conversación con la mesera y, en el país de "la seguridad primero" significó, por supuesto, que debimos evacuar el restaurant dejando atrás nuestros aperitivos.
Hasta aquí, la historia no hubiese sido más que una insignificante anécdota de mala suerte, pero a continuación ocurrió lo impensado. Se abrieron las puertas del cuartel de bomberos para perimitir la salida de la autobomba y esta arrancó raudamente... ¡en sentido contrario al del restaurant! Ocurre que el lugar de la alarma estaba a unos diez metros del cuartel, pero sobre una calle de mano única y en sentido contrario a la circulación de los autos. Lo cierto es que los bomberos terminaron dando toda la vuelta a la manzana (una vuelta bastante larga, por cierto, que tomó al menos un par de minutos) para llegar a un lugar próximo al de partida. No sé a ustedes, pero a mí me resultó insólito.
Acá hay un breve video del hecho consumado. Como era de noche y tal vez no se ve bien, va también una captura de Google Maps. La imagen mira a donde estaban los bomberos y en el mapa de abajo está marcado el restaurant, como pueden ver, justo atrás. Si entran al link, pueden darse vuelta en la street view y apreciar la distancia.
Los sucesos que paso a relatar ocurrieron hace tan solo tres horas. Resulta que, apenas pasadas las ocho de la noche, luego de cenar (sí, ceno en horario estadounidense), me disponía a ver televisión cuando se disparó la alarma de incendio del edificio. Fue la segunda vez en diez días y, si no me falla la memoria, la cuarta vez que me ocurre en el año y monedas que viví aquí (y recuerdo al menos una vez más en la que yo no estaba en casa pero mi novia sí). Ante la alarma, uno debe evacuar el edficio, pero la verdad que después de un terremoto y un huracán, uno no se asusta fácilmente. Para colmo, estaban cayendo maridos, que es el equivalente a soretes de punta que uno puede contar en una reunión con sus suegros, según me enseñó una amiga colombiana. Así las cosas, no fui el único escéptico: me asomé a la ventana, solo para encontrar a varios vecinos con mi misma actitud. Sin embargo, transcurrieron varios minutos, la alarma no paró y llegó una segunda autobomba, ante lo cual decidí bajar, no sin antes ponerme una campera de lluvia y twitear lo que estaba ocurriendo desde mi computadora.
Para cuando llegué a la planta baja, parecía que todos los habitantes del edificio ya estaban ahí. Por suerte no me dio mucha vergüenza ser el último en llegar. Algunos bomberos recorrían los pasillos sin demasiada prisa, cuando la alarma se detuvo. Claro, la Ley de Murphy, ¿no? Era cuestión de bajar para que se termine todo. Bueno, no. A los dos segundos, el timbre comenzó a sonar nuevamente. Pero esto no pareció alertar ni a los bomberos ni al conserje. Y acá es donde se las hago corta: en la planta baja hay un tablero que indica con luces en qué piso y sector se disparó la alarma. En este caso, ninguna luz de un piso estaba encendida. Los bomberos recorrieron todo el edificio sin encontrar un foco de incendio ni nada parecido pero cada vez que apagaban la alarma, se volvía a disparar.
A esta altura, espero que ya hayan trazado el pararlelo con cierto episodio de los Simpson. Mientras esperaba, filmé un par de videos con el celular, que pego a continuación. El primero, comienza a la tercera o cuarta vez que la alarma se apagó. A los pocos segundos vuelve a sonar y se ve, al otro lado de la sala, el antedicho tablero. La luz roja que titila, indica de qué lado del edificio se disparó la alarma, pero faltaría una segunda luz que indique en qué piso. Esta parte es bastante aburrida pero sirve para notar el volumen relativo de una voz humana respecto de la alarma.
La segunda parte comienza en otra interrupción de la alarma. En este punto, calculo que iban más de veinte minutos desde la primera vez que sonó y se puede ver que la frustración llegó al punto de que la gente decidió volver a sus departamentos aunque la alarma seguía sonando. Alrededor de los 30 segundos, la alarma vuelve a detenerse, solo para regresar unos segundos más tarde. Así, todos vuelven a su casa a seguir bancándose el ruido.
Yo me quedé unos minutos más, luego de los cuales uno de los bomberos le pidió al conserje que llamase a un técnico para resolver el problema. Ahí pensé que la cosa podía dar para largo y el hecho de que los bomberos estaban dejando que la gente usase los ascensores me hizo desestimar cualquier posibilidad de peligro así que volví a mi departamento a exigir a los escuálidos parlantes de mi LCD para poder escuchar por encima de la alarma. Lamentablemente, esto me privó de capturar en video el lapso de menos de un minuto en el cual la alarma se detuvo y volvió a sonar tres veces.
El timbre se apagó definitivamente unos 45 a 50 minutos después del puntapié inicial, según mis cálculos. Puede que no les parezca tanto como para escribir este post, pero piensen que con esa alarma sonando y suficiente lluvia afuera como para que se decrete una alerta de inundación, se sintieron como horas. Para ese entonces, uno ya pensaba, como Marge, "tendremos que aprender a vivir con él". No sé cuál fue el problema ni cómo lo arreglaron pero para mí que llamaron al señor Ding Dong.
En una hamburguesería local, te dan una de estas tarjetas con un número para esperar tu pedido:
En aquellas cuyo número se puede confundir cuando se la gira 180º, le marcaron la base con un fibrón negro. Un ejemplo es el de la foto de acá arriba, con el número 96, que en la foto de abajo podemos ver que, al girarla 180º se lo puede confundir con un ... ¡96!
Volví de unas minivacaciones en Chicago, la ciudad del viento. Entre muchas otras cosas, aprendí que no está claro que el apodo de la ciudad del viento (the windy city) sea a causa del clima.
Hay otra teoría, que muchos chicagüenses defienden, de que el apodo viene de lo habladores que solían ser muchos de sus antiguos habitantes, en particular sus políticos, a la hora de vender las bondades de la ciudad. Ocurre que "long-winded" es una expresión que describe a alguien que tiene una gran capacidad para y gusto por hablar, que tal vez podría traducirse como "verborrágico".
En cuanto al clima, es cierto que en Chicago hay mucho viento, pero los datos muestran que en realidad no son más fuertes que en otras grandes ciudades como por ejemplo Boston. Sin embargo, los altos edificios hacen que ese viento se sienta muy fuerte en las calles.
De todos modos, el verdadero origen no está cien por ciento claro y bien podría tener que ver con ambas cosas.
Ayer leí este artículo en CNN acerca de los espectadores en las competencias deportivas en EE.UU. Creo que me gustó principalmente porque refleja mi propia impresión de la cuestión: ir a ver un deporte aquí es ir a un estadio espectacular, con baños limpios, con entretenimiento antes y durante las interrupciones del juego y con todo tipo de servicios, alimentos y bebidas disponibles. La contracara es que, salvo en ocasiones especiales, los espectadores son bastante amargos.
Hace un par de meses, fui a un partido de la NBA con dos amigos estadounidenses. Estoy seguro de que si, en un momento dado, les hubiera tapado la visión y les hubiera preguntado quién iba ganando, no me habrían podido contestar con certeza. Era como si hubieran estado sentados en un bar, tomando cerveza y charlando. Argentinos que no tienen idea de básquet prestan más atención al juego. Si el espectáculo deportivo es a la vez entretenimiento y competencia, la proporción de lo primero es mucho más alta en EE.UU. y eso se refleja en la pasión que demuestran los hinchas.
Señorita jugando al Mahjong en su iPad durante un partido de los Washington Wizards (visto en Reddit)
El equipo de fútbol de Washington, el DC United tiene su grupo de fanáticos que, curiosamente, se hacen llamar "Barra Brava" y tienen cantos inspirados en los de nuestras hinchadas (y aquí no puedo dejar de linkear al video de esta hinchada japonesa). Me pregunto si sabrán lo que realmente es una barra brava. Mientras tanto, en Argentina tenemos partidos que se terminan jugando sin público, hinchas muertos y todo el ascenso sin hinchada visitante. Es cultural.
La Barra Brava cantando "Vamos vamos United".
Y no es solo la violencia. Antes de irme de Argentina, decidí llevar a mi novia a ver un partido a la Bombonera. Cuando llegamos, bien temprano, a comprar las entradas el día designado para la venta a no socios nos encontramos con que las ventanillas cerraron unos cinco o diez minutos después de abrir porque se les habían acabado las entradas. Prestos a solucionar el problema, apareció un conjunto de energúmenos que no merecen llamarse hinchas, cada uno provisto de un piloncito de entradas que gustosamente ofrecían a más del doble de su precio original. Así, bajo la fachada de defender los colores, muchas veces la barra brava defiende un solo color: el verde.
Mientras tanto la frialdad norteamericana tiene dos lados, que podríamos llamar de la oferta y de la demanda. En EE.UU. hay cuatro grandes ligas (básquet, baseball, hockey y fútbol americano), una más pequeña (el soccer) y también deberíamos contar al NASCAR como un gran espectáculo deportivo. Cada una de ellas tiene una temporada regular bastante larga, con la excepción de la NFL, que por las características del juego hace inhumano jugar más de un partido por semana. Mientras tanto, la NBA y la NHL tienen temporadas de 82 partidos y la MLB nada menos que 162. ¡162 partidos en seis meses! El resultado de esto es que se juega una gran cantidad de partidos que importan muy poco y la prueba de que eso importa es que en los playoff se vive una atmósfera diferente, como se puede comprobar viendo cualquier partido de la NBA en estos días.
La Barra Brava de DC United. Nótense arriba a la derecha los tres hinchas de Columbus, vestidos de amarillo. Me imagino a un argentino tratando de explicarles que los tienen que ir a buscar.
Seguramente exista un término medio entre estos dos extremos pero por lo pronto, si tengo que elegir, me quedo con el extremo que no carga con 250 muertes, en el que no somos todos barrabravas. La pasión podrá valer muchísimo pero cuando se convierte en un instrumento de poder que juega con la vida de algunos, nos pasamos de la raya.
Una de las características distintivas de la geografía urbana estadounidense es el modelo de vida suburbano, es decir, los barrios de casas, típicamente para gente de clase media y media-alta ubicados en las afueras de la gran urbe y unidos con esta por autopistas. Cuidado que no estamos hablando sólo de localidades adyacentes a la ciudad sino también a distancias que pueden superar los 50km.
Esto genera una gran dependencia del automóvil para llegar a trabajar, pues es difícil pedirle a una red de transporte público que cubra un área tan grande y tiene, a su vez, como consecuencia, serios problemas de tránsito y de contaminación ambiental.
Una de las respuestas a esta situación es bastante conocida: el carpooling. Se llama así al hecho de compartir el auto con otras personas para ir al trabajo. Muchos gobiernos han buscado incentivar esta actividad a través de los carriles de alta ocupación, que son carriles en las autopistas que, en hora pico, sólo pueden ser transitados por vehículos con dos (o a veces tres) o más pasajeros. Personalmente, soy escéptico respecto de que esta intervención tenga un efecto neto positivo, pues causan una mayor congestión a todos los demás. Pero la idea de este post es contar una variante bastante original del carpooling que surgió en DC hace más de 35 años, poco después de que se establecieran carriles de alta ocupación y que el precio de la nafta se fuera a las nubes: el Slugging o Slug Line.
El Slugging no es más que una suerte de carpooling espontáneo que residentes de Northern Virginia crearon para ir a trabajar a DC, en la cual aquellos que desean manejar levantan pasajeros en paradas establecidas en lugares clave, quienes se bajan usualmente en la parada más cercana al destino del conductor. No existe ningún tipo de retribución por esto sino que se basa en la reciprocidad: el conductor necesita a los pasajeros para poder utilizar los carriles especiales y así llegar más rápido. Además, hay reglas implícitas por las cuales no se debe comer, beber o fumar en el auto, ni tampoco tocar la radio o el aire acondicionado.
Realmente, como fenómeno sociológico, el slugging es notable, ya que no tiene ningún tipo de organización centralizada, aunque sí está reconocido por el gobierno de la ciudad que, por ejemplo, pone carteles en la vía pública indicando las paradas de carga y descarga de pasajeros. Además, tiene un sitio web no oficial que incluye, por ejemplo, un foro de "lost & found" para aquellos que se olvidan un objeto en el auto de quien los lleva. Su sobertura es impresionante y se puede ver en este Google Map. A la vuelta de mi trabajo hay una parada y uno de los recorridos supera los 43km. Lamentablemente, no vivo tan lejos como para probarlo.
Cartel señalizando la nueva ubicación de una de las paradas
Finalmente, está claro que esta práctica no está exenta de riesgos: algunos sluggers dicen haber tenido problemas con la policía y hace unos meses surgió una noticia sobre un conductor que empezó a manejar como loco y casi se mata con algunos pasajeros a bordo. Resultó ser un ex militar con problemas psicológicos. Así y todo, es una forma muy original de ahorrar recursos.
En EE.UU. las patentes de los autos son sujeto de todo tipo de decoraciones y curiosidades. Por empezar, cada estado -y también Washington D.C.- ofrece su propia gama de patentes (dado que el registro automotor es de jurisdicción estatal), muchas de las cuales incluyen algún lema. Hace un tiempo mencioné el de DC. Entre los demás, mi favorito es el de New Hampshire: "Live Free or Die". Pero el más increíble es el de Virginia: "Fight Terrorism". Aunque no debería sorprender viniendo del estado donde se encuentran el Pentágono, la CIA, el FBI y algunas bases militares.
Patentes de Virginia, con novedoso logo conmemorativo del 11/9, y de New Hampshire con su lema.
Las únicas patentes emitidas por el gobierno federal son las pertenecientes a vehículos de diplomáticos, las cuales suelo ver en esta ciudad. Una curiosidad acerca de estas patentes es que, aunque poseen dos letras que identifican al país, estas letras siguen un código totalmente independiente para que el público no pueda identificar fácilmente a funcionarios de un determinado país. Los autos de diplomáticos argentinos, por ejemplo, llevan las letras HD.
Preámbulo de la Constitución de EEUU escrito en lenguaje vanity plate.
Pero lo mejor de todo son las patentes personalizadas, conocidas aquí como vanity plates, que se pueden obtener fácilmente pero a un costo extra. En Virginia, por ejemplo, cuesta $10 por año. Este estado, justamente, tiene la mayor penetración de vanity plates del país: según una encuesta de 2007, el 16,2% de los autos tienen una y allí se hallan el 10% de las patentes personalizadas del país.
En algunos estados, como California, se permiten ciertos símbolos. Así salen estas cosas.
Un hecho curioso que ocurrió en Virginia se dio con un modelo de patente que llevaba la leyenda "KIDS FIRST". Un gracioso pidió la patente "EATTHE", con lo cual se leía "eat the kids first". El DMV revocó la patente, aunque alguien más tarde comprobó que podía hacer una versión diferente de la misma con la palabra SLAPS. En Failblog.org se pueden ver varias cosas por el estilo.
¿Cuál de estas dos se lleva el premio a la más nerd?
Otra cosa que me llama la atención es que se entregan algunas patentes que se prestan a confusiones. He visto cosas como I1I1I1I o también 0O0O0O0. El que la pasó mal fue un muchacho de Alabama que tenía la patente XXXXXXX. Resulta que los policías ponen siete equis cuando no llegan a anotar la patente del auto en una multa. El resultado: $19.000 en multas.
Una de las primeras cosas que noté al venir a vivir a EE.UU., o incluso antes, cuando buscaba departamento, es que la máquina lavaplatos es un equipamiento estándar de prácticamente cualquier cocina de cualquier casa o departamento. En Argentina aun es un lujo. Así, con mi visión de Estados Unidos como el país símbolo del derroche de energía, siempre me pareció un desperdicio que todo el mundo usara lavaplatos.
Sin embargo, el otro día me crucé con esta nota que lista consejos para ahorrar agua. Entre ellos, y para mi sorpresa, se encuentra el uso del lavaplatos. Resulta que, a pesar de gastar más electricidad, un lavaplatos moderno ahorra agua en comparación a lavar a mano.
La idea es que no te pase esto.
Esto me resultó un poco raro así que se me ocurrió buscar en Slate, que suele publicar artículos del tipo "qué es más ecológico, ¿esta cosa o esta otra?" y efectivamente encontré uno sobre el lavaplatos. El artículo de Slate confirma al anterior aunque agrega algunas advertencias, entre ellas que hay que usar la lavaplatos cuando está lleno (lo cual es un problema si uno vive solo) y que uno obviamente puede esmerarse y ser más eficiente a mano que el lavaplatos aunque la diferencia realmente no vale la pena. Por otra parte, descargalo es un embole como lo muestra Homero.
Lamentablemente, en Argentina son aparatos muy caros y las cocinas no están pensadas con espacio para uno. Por allá se podría empezar por hacer que los porteros dejen de baldear las veredas. De paso, uno llegaría al trabajo con los zapatos secos.
Viviendo en otro país, muchas cosas llaman la atención. Algunas más importantes o más trascendentes que otras. En algún momento comencé a compartir una observación de las poco relevantes con varias personas, quienes generalmente la compartieron. Una de ellas es un amigo que me ha ahorrado el trabajo de escribirla para el blog, así que ahí va un post por invitación.
En Argentina siempre me llamaron la atención las sirenas. Siempre hay alguien que está del otro lado de esa emergencia esperando que la ambulancia, la policia o los bomberos lleguen. Según una teoria tirada al azar un lunes a la noche, las emergencias en Argentina hay más emergencias médicas, cuando en Estados Unidos hay más incendiarias. El sonido de las ambulancias es bastante comun en Buenos Aires pero con menos frecuencia se escucha a la policia o los bomberos.
Desde que estoy en Estados Unidos me ha llamado la atencion el sonido de los helicópteros pero también las constantes sirenas de bomberos. Todos los dias escucho por lo menos una y no vivo cerca de ningún destacamento. En esa discución de lunes a la noche especulamos con 4 factores:
En Estados Unidos hay menos accidentes de transito, el total de accidentes fatales en 2007 fue de 43.443 y en argentina 7.137. Pensado en proporción a la cantidad de habitantes Argentina tiene casi un 20% mas de accidentes (Número que pensé que iba a ser mucho mayor)
En Estados Unidos se llama a los bomberos por razones que en Argentina se llamaría a otros organismos como Defensa Civil (que aquí no existe en la misma forma) o no se llamaria a nadie.
En Estados Unidos existen en casi todos los edificios públicos, privados o residenciales detectores de humo que activan un llamado a los bomberos.
En Estados Unidos son muy comunes los simulacros.
El día que pasó lo de Cromañón, yo estaba en Estados Unidos y la mama de una amiga americana fue la que nos llamó para contarnos del accidente.... las "sirenas" se habían escuchado desde lejos.
Una nota final: es muy posible que todo esto sea una percepción nuestra adornada con especulaciones, pero la coincidencia entre varias personas amerita el cuento.
Uno de los temas más interesantes de la política local en Washington DC es el reclamo por su statehood, algo así como "calidad de estado". Resulta que DC, al igual que la Ciudad de Buenos Aires o México D.F., es un distrito federal, esto es, no forma parte de ninguna de las provincias o estados que conforman la federación o país. De la misma manera en que, en 1880, el territorio de la actual CABA fue tomado de la Provincia de Buenos Aires y puesto bajo jurisdicción federal, el Distrito de Columbia fue creado con tierras de los estados de Maryland y Virginia en 1790 (más tarde, en 1847, la parte que había pertenecido a Virginia fue devuelta a dicho estado.).
¿Pero cuál es el problema con todo esto? Como recordarán los porteños, nosotros tan sólo elegimos a nuestro ejecutivo local desde la reforma constitucional de 1994. La cosa en DC va por el mismo lado y tiene que ver con los derechos electorales. Los ciudadanos de DC participan de las elecciones presidenciales únicamente desde 1961 y eligen a su mayordesde 1973. Sin embargo, DC todavía está en desigualdad de condiciones por varios motivos, siendo dos de los más importantes que el distrito no posee representación en el Senado nacional y que el Congreso nacional tiene la potestad de vetar cualquier ley que se apruebe en DC . Un ejemplo reciente de esto último, que desató una fuerte controversia, fue el veto a una normativa destinada a regular fuertemente la posesión de armas de fuego.
La solución a esta controversia parece muy difícil pues el Congreso mismo debería, de alguna forma, renunciar a sus potestades sobre Washington DC. Mientras tanto, existen movimientos populares y manifestaciones a partir del propio gobierno local a favor de la causa. En el frente de la casa de gobierno de DC, se puede apreciar un cartel luminoso que, además de mostrar leyendas promoviendo la causa, cuenta la cantidad de dinero que DC ha recaudado en impuestos federales. Algo bastante relevante teniendo en cuenta, por ejemplo, que el mismo gobierno federal niega fondos a DC para cumplir con estándares de infraestructura que él mismo establece.
En el mismo sentido, cada estado ofrece en las patentes de los autos alguna leyenda conmemorativa; la de DC es "Taxation without representation", parafraseando la principal consigna de la independencia estadounidense. Un hecho curioso que ocurrió con estas patentes fue que Bill Clinton la hizo poner en el auto presidencial cuando ocupaba la Casa Blanca. La administración de George W. Bush, por su parte, reemplazó la patente por una sin la consigna. DC, de más está decir, es un distrito donde los demócratas tienen una amplia mayoría. Caminando por las calles de DC, es común encontrar manifestaciones sobre esta causa, como por ejemplo este colorido furgón.
Esperemos que llegue el día en que esto se resuelva y los residentes de DC cuenten con los mismos derechos electorales que el resto de sus compatriotas. Mientras tanto, el instituto de heráldica de la armada ya diseñó una bandera con 51 estrellas. Por si las moscas, ¿vio?
Como conté acá, he decidido que LVT absorba Strongwaters. Además del link a SW en la parte derecha del blog, he aquí las pocas cosas dignas de mención que he publicado allí: