domingo, 24 de abril de 2011

Es cultural (III)

Ayer leí este artículo en CNN acerca de los espectadores en las competencias deportivas en EE.UU. Creo que me gustó principalmente porque refleja mi propia impresión de la cuestión: ir a ver un deporte aquí es ir a un estadio espectacular, con baños limpios, con entretenimiento antes y durante las interrupciones del juego y con todo tipo de servicios, alimentos y bebidas disponibles. La contracara es que, salvo en ocasiones especiales, los espectadores son bastante amargos.

Hace un par de meses, fui a un partido de la NBA con dos amigos estadounidenses. Estoy seguro de que si, en un momento dado, les hubiera tapado la visión y les hubiera preguntado quién iba ganando, no me habrían podido contestar con certeza. Era como si hubieran estado sentados en un bar, tomando cerveza y charlando. Argentinos que no tienen idea de básquet prestan más atención al juego. Si el espectáculo deportivo es a la vez entretenimiento y competencia, la proporción de lo primero es mucho más alta en EE.UU. y eso se refleja en la pasión que demuestran los hinchas.

Señorita jugando al Mahjong en su iPad durante un partido de los Washington Wizards (visto en Reddit)

El equipo de fútbol de Washington, el DC United tiene su grupo de fanáticos que, curiosamente, se hacen llamar "Barra Brava" y tienen cantos inspirados en los de nuestras hinchadas (y aquí no puedo dejar de linkear al video de esta hinchada japonesa). Me pregunto si sabrán lo que realmente es una barra brava. Mientras tanto, en Argentina tenemos partidos que se terminan jugando sin público, hinchas muertos y todo el ascenso sin hinchada visitante. Es cultural.


La Barra Brava cantando "Vamos vamos United".

Y no es solo la violencia. Antes de irme de Argentina, decidí llevar a mi novia a ver un partido a la Bombonera. Cuando llegamos, bien temprano, a comprar las entradas el día designado para la venta a no socios nos encontramos con que las ventanillas cerraron unos cinco o diez minutos después de abrir porque se les habían acabado las entradas. Prestos a solucionar el problema, apareció un conjunto de energúmenos que no merecen llamarse hinchas, cada uno provisto de un piloncito de entradas que gustosamente ofrecían a más del doble de su precio original. Así, bajo la fachada de defender los colores, muchas veces la barra brava defiende un solo color: el verde.

Mientras tanto la frialdad norteamericana tiene dos lados, que podríamos llamar de la oferta y de la demanda. En EE.UU. hay cuatro grandes ligas (básquet, baseball, hockey y fútbol americano), una más pequeña (el soccer) y también deberíamos contar al NASCAR como un gran espectáculo deportivo. Cada una de ellas tiene una temporada regular bastante larga, con la excepción de la NFL, que por las características del juego hace inhumano jugar más de un partido por semana. Mientras tanto, la NBA y la NHL tienen temporadas de 82 partidos y la MLB nada menos que 162. ¡162 partidos en seis meses! El resultado de esto es que se juega una gran cantidad de partidos que importan muy poco y la prueba de que eso importa es que en los playoff se vive una atmósfera diferente, como se puede comprobar viendo cualquier partido de la NBA en estos días.

La Barra Brava de DC United. Nótense arriba a la derecha los tres hinchas de Columbus, vestidos de amarillo. Me imagino a un argentino tratando de explicarles que los tienen que ir a buscar.

Seguramente exista un término medio entre estos dos extremos pero por lo pronto, si tengo que elegir, me quedo con el extremo que no carga con 250 muertes, en el que no somos todos barrabravas. La pasión podrá valer muchísimo pero cuando se convierte en un instrumento de poder que juega con la vida de algunos, nos pasamos de la raya.

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