jueves, 23 de diciembre de 2010

Con ustedes, Ron Artest

Existen en el mundo algunos deportistas que se destacan por aparecer en los medios por muchas cosas accesorias al deporte que practican y se transforman en verdaderos personajes de la cultura popular. En la NBA, los primeros casos que se me vienen a la mente en las últimas dos décadas son los de Dennis Rodman y Shaquille O'Neal.

En los últimos años, ha crecido en este sentido la figura de Ron Artest. Ron-Ron siempre fue un buen jugador con muchos problemas de conducta que saltó a la infamia al llevar una pelea a las gradas en Detroit cuando era la estrella de los Indiana Pacers.



Este episodio le valió una suspensión de 73 partidos, la más larga en la historia de la NBA como consecuencia de un incidente dentro de la cancha. También generó su salida de los Pacers y el hecho de que Artest nunca volvió a ser "la estrella" de un equipo. Sin embargo, ese tal vez no haya sido el momento en el que tocó fondo: en 2007 fue arrestado bajo cargos de violencia doméstica, lo cual le valió otra suspensión y diez días de cárcel.

Pero Ron volvió con todo. En los últimos tiempos, lo hemos visto hacer muchas cosas raras, como hacer todo tipo de cosas con su pelo, aparecer en ropa interior en un programa de TV, hacerse pasar por Luis Scola en una entrevista radial (aparentemente al conductor le dijeron que iba a entrevistar a Scola y cuando a Artest lo saludaron con el nombre de Luis, se le ocurrió la jodita) y decir que un rival se parece a Justin Beiber.


Fuera de la cancha, Artest disfruta manejando este auto (curiosamente, no lo detuvieron por exceso de velocidad sino por andar con la patente vencida) y también es un célebre amante de los porotos, con las consecuencias que eso conlleva. Si hace falta algo para poder hablar de él como figura de la cultura popular, miren esta exhibición de arte que acaban de hacer en su ¿honor?


Dentro de la cancha, Ron es un gran defensor pero admitió públicamente que no entiende el sistema ofensivo de su entrenador, por lo que en ataque se limita a pararse en una esquina. Así y todo, se las ingenió para meter el triple que selló el último campeonato de los Lakers, después de lo cual dio la que probablemente haya sido una de las conferencias de prensa más desopilantes de la historia del deporte.


Flor de nabo, dirán muchos. Pero la verdadera motivación de este post nació cuando leí esta noticia: esta Navidad, Artest va a rifar su (único) anillo de campeón (¡todavía se puede participar!) Lo recaudado se destinará a dos organizaciones dedicadas a la salud mental de niños y jóvenes. Mientras Artest dona su primer anillo, el más grande orgullo que cualquier deportista estadounidense puede ostentar, Pete Sampras llora porque no le va a poder mostrar su primer trofeo de Grand Slam a sus hijos. Ron dice que la ayuda psicológica que recibió le cambió la vida y se declara un verdadero fan de la terapia. En su afán por promover este tipo de ayuda, a la que muchos no pueden acceder, ha considerado donar su salario, o una gran parte de él, a estas organizaciones, cosa que su entorno le ha desaconsejado más de una vez (pensando en el altísimo porcentaje de jugadores que llegan a la bancarrota tras su retiro, se entiende por qué).

Para los "ciudadanos comunes" es imposible entender el limbo en el que viven los ricos y famosos, en particular los deportistas. De la misma manera, es muy difícil entender la situación de aquellos que nunca llegarán a ser Ron Artest. Seguramente Artest no es un santo, pero ojalá su historia sirva de algo y sus acciones den frutos.

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