Solemos decir que la comida entra por los ojos y algo de eso hay. El aspecto se puede usar para vender comida y también para promover decisiones más saludables. Recientemente me pasaron dos cosas que me hicieron pensar en estos temas.
La primera ocurrió en mi oficina, en la cual tengo una simpática cajita de Snoopy en la que suelo tener alguna clase de caramelos. Usualmente, tengo la cajita a mano y cada tanto la abro y como un caramelo, sin llevar una cuenta de cuántos como.
La primera ocurrió en mi oficina, en la cual tengo una simpática cajita de Snoopy en la que suelo tener alguna clase de caramelos. Usualmente, tengo la cajita a mano y cada tanto la abro y como un caramelo, sin llevar una cuenta de cuántos como.
Un día, luego de tomar agua y un café, puse mis respectivas taza y botella delante de la cajita de caramelos, de manera que esta dejó de estar en mi visión periférica, más o menos como lo muestra la segunda foto. Aclaro que no lo hice intencionalmente.
Al final del día, cuando apagué mi computadora y me levanté de la silla, me di cuenta de lo que había ocurrido: había pasado el día sin tocar la cajita de caramelos. Lo mismo ocurre más en general cuando la caja está llena o vacía. Si está llena, suelo comer bastantes caramelos pero una vez que está vacía, volver a llenarla toma trabajo e implica desembolsar dinero. Un ejemplo de esta misma situación se ofrece en Nudge con un tazón de castañas en una fiesta. La moraleja está clara: una excelente manera de alimentarse de forma más saludable es no teniendo comida chatarra enfrente.
Al principio hablaba de vender con el aspecto. Un par de semanas atrás, luego de terminar la cena en un restaurant, la moza ofrece amablemente si queríamos un postre a lo que respondimos que estábamos dispuestos a ver "la carta". Total, mirar la carta es gratis, ¿no? Para nuestra sorpresa, la moza no volvió con una carta sino con una tablet donde nos mostró fotos de cada uno de los postres disponibles. Fue absolutamente imposible resisitirse al tiramisú. Eso sí, le doy la derecha al restaurant porque estaba muy rico y era igual al de la foto.
Al principio hablaba de vender con el aspecto. Un par de semanas atrás, luego de terminar la cena en un restaurant, la moza ofrece amablemente si queríamos un postre a lo que respondimos que estábamos dispuestos a ver "la carta". Total, mirar la carta es gratis, ¿no? Para nuestra sorpresa, la moza no volvió con una carta sino con una tablet donde nos mostró fotos de cada uno de los postres disponibles. Fue absolutamente imposible resisitirse al tiramisú. Eso sí, le doy la derecha al restaurant porque estaba muy rico y era igual al de la foto.
Es interesante que sólo utilizaran la tablet para el postre y parece tener sentido: uno seguramente va a pedir algún plato principal pero muchas veces no pide postre. El empujón que da ver la imagen puede marcar la diferencia. Además, reemplazar cada menú con un tablet puede ser muy caro, pero con solo una o dos alcanza para un restaurant pequeño donde no va a haber muchas mesas pidiendo postres a la vez. Acá hay otro caso de lo mismo, con video y todo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario